Wednesday, June 21, 2006

Viviendo solo...


Bienvenidos a una nueva entrega de mi blog! Una vez más, aquí me tenéis editando a las tantas de la madrugada, con ojeras y sueño atrasado. Esta vez me he retrasado levemente en mi cita con el blog porque he estado bastante ocupado preparando la documentación para pedir una beca de La Caixa. Es increíble lo que te piden... solicitudes, formularios, certificados, la forma A38, cartas de recomendación, traducciones de la documentación a inglés, chino y uzbeco; todo por cuatriplicado, claro, y también un certificado de buena conducta del alcalde de barrio y declaración jurada conforme las medidas de mi aparato genital están por encima de la media. A ver si, con suerte, dejo de darles la paliza a la family y consigo entregarlo todo antes de que acabe el plazo. Desde aquí les quiero dar las gracias a Juan (por duplicado), Manuel, Cal·lo y Uriel por haberme ayudado a corregir la memoria.

Aunque no es de esto que quería hablaros hoy. El documento se titula "Viviendo Solo" e incluye varios hits como "El duende de los calcetines", "El duende de la ropa sucia" y "Giant Eagle".


Esta mañana me tocaba sesión de marujeo. Es decir, poner la lavadora, ir a comprar, pasar la aspiradora y otras tareas domésticas que estaría encantado fuesen llevadas a cabo por una pornochacha, si tuviese dinerito.
Como tampoco es plan de pasarse la mañana sin currar, por mucho que mi jefe esté fuera, he tenido que despertarme antes para empezar con la lavadora. Mi estilo es bastante rupestre, pero efectivo. Partiendo de la base que jamás me he leido ninguna etiqueta de una prenda sobre el lavado de la misma, mi método consiste en:
  1. Tener un baúl de ropa sucia donde cabe toda la ropa que poseo. Cuando no me queda más ropa, es un síntoma inequívoco de que ha llegado el temido momento de poner la lavadora.
  2. Coger el baúl de ropa sucia lleno a rebosar y bajarlo al basement, donde está la lavadora comunitaria del edificio (the laundry).
  3. Abrimos la lavadora. Si ahora dices algo hay eco, porque la lavadora es tamaño XXXL y prácticamente no se ve el fondo. Pongo el jabón de marca "Happy Flower" (o algo así, estaba de oferta) en la lavadora y luego vuelco toda la ropa dentro. Eso de poner una lavadora sólo para la ropa blanca y otra para la de color es un invento de los fabricantes de lavadoras... nada nada, tot cap a dins.
    Lavadora XXXL
  4. Llega la hora de tocar los controles para ponerla en marcha. En realidad es bastante simple, solo hay dos roscas, una para la temperatura del agua y otra para el tipo de tejido. Como no tengo ni idea de qué implica lavar con agua fría, tibia o caliente, pongo la rosca a la mitad (templada) y me quedo tan ancho. Para el tipo de tejido... pues no sé, he mezclado poliéster, algodón, viscosa, lycra, algunos tangas de cuero y varios tejidos más, así que no es ninguno de los que aparece en los programas de la lavadora. Por tanto, pongo la rosquita en una posición aleatoria y santas pascuas. Introduzco los 3 quarters de rigor y ya tenemos la lavadora en marcha. Me vuelvo a casa a desayunar.
  5. Al cabo de una hora vuelvo al basement y ya ha acabado (el suavizante había que ponerlo a mitad de lavado, pero me ha dado pereza bajar). Empiezo a ver los destrozos y evaluar los daños... Sólo dos camisetas han tomado un color ligeramente rosado fruto de la mezcla de colores, lo cual es una mejora importante sobre la semana pasada. Quizá es porque sólo tenía dos camisetas blancas en la colada de esta semana... las otras hace tiempo que dejaron de serlo (se hicieron amigas de las camisetas rojas).
  6. Toca el turno de la secadora. Si antes decía que la lavadora era grande, es porque no me acordaba de la secadora. Poniendo la ropa de las últimas dos semanas (es decir, casi todo lo que tengo), la secadora está a menos del 50% de capacidad. Me recuerda bastante a una rueda de esas para hámsters, pero a tamaño humano. Seguro que me puedo meter ahí dentro y correr un rato mientras se seca la ropa... Perdón, miento, mientras se MAREA la ropa! Todo lo que hace es darle unos meneos y conseguir que no chorree; pero de secar, nanay.
Cada semana, cuando toca la odisea de la ropa, me pongo a pensar en los duendes. En primer lugar, está el duende de la ropa sucia. Es aquel que, a partir de un montón de ropa sucia en un cubo, aparece al cabo de un tiempo esa misma ropa (u otra muy parecida) bien limpita, planchada, plegada y puesta en los cajones. Es algo milagroso, porque además la ropa se suele quedar con sus colores originales! Aunque más mérito tiene el duende de los calcetines, que además de tener que lidiar con el limpiado y secado, se encarga de EMPAREJAR los calcetines! Aún me pregunto como puedo tener calcetines desparejados en mi casa, si vivo SOLO. En fin, misterios de la ciencia.

El problema de estos duendes es que no funcionan cuando vives solo (a no ser que pagues, pero los duendes en cuestión cobran como putas finas). Es por este motivo que me toca sesión marujil de vez en cuando (menos a menudo de lo que debería, más a menudo de lo que preferiría).


Mi siguiente cita es con el Giant Eagle. Este curioso nombre es el de la cadena de supermercados líder en Pittsburgh, prácticamente monopolio. Por suerte, justo al lado de mi casa hay uno, así que no tengo que planificar demasiado las compras: cuando se me acaba algo, bajo y lo compro.
Ir a comprar a este supermercado es una experiencia irrepetible. Digo irrepetible porque cada dia mueven TODOS los productos de las estanterías, consiguiendo la constante sensación de ir más perdido que un pulpo en un garaje. Hace 1 mes que busco las latas de atún que había en la primera estantería a la derecha, pero no he vuelto a verlas desde entonces.
La otra particularidad del local, dejando aparte la fauna autóctona estadounidense, es que ofrecen todos los productos y servicios imaginables: desde condones hasta bastones para la tercera edad, pasando por medicamentos, comida preparada, pastelería, cafetería, revelado de fotos, servicio de lavandería, apartado de productos mediterráneos (en el cual, evidentemente, se incluyen fajitas, quesadillas y burritos) y muchos otros. Creo que solo faltan spa, gimnasio y prostíbulo para el conjunto completo.

Mientras pasaba por los diferentes pasillos, hubo una oferta que me llamó la atención: "Cepillo de dientes, 10 por 10$". De acuerdo que sea barato, pero... quién compra los cepillos de dientes de 10 en 10, aparte de una familia del Opus? No le veo la utilidad. Bueno, claro, conozco a una persona que compró un pack de 500 cuchillas de afeitar MACH-3 en eBay sólo porque salían más baratas que comprándolas de 4 en 4. El hecho de tener que almacenarlas durante los próximos 20 años en casa no es motivo suficiente como para no comprarlas, porque "estaban TAN baratas!" ^^'. En fin, volviendo al caso que nos ocupa, es una oferta rara. Igual que otro cepillo de dientes en oferta de lanzamiento, que anunciaba "nuevo diseño, requiere menos tiempo de cepillado y arranca los restos de comida instantáneamente". Hombre, claro que requiere menos tiempo de cepillado, pero si era de tamaño como para caballos! Seria como lavarse los dientes con un cepillo de pulir zapatos (si no quedan limpios, un poco de betún y arreando). Espero que ninguno de mis tres lectores haya comprado uno de esos cepillos y se haya dejado la boca como Ben Roethlisberger después de estamparse contra una señora milenaria (recordatorio: la señora iba en un 4x4. Ben, en moto sin casco).

El resto de la compra ya no tuvo más misterio: una docena de huevos, cereales en envase de 26 onzas, caja de leche de medio galón, media libra de jamón dulce, una caja de galletas valu-time de 2 libras (907 g) por 1.99$ y algunos congelados. Aunque sigo sin encontrar las dichosas latas de atún.


Y colorín colorado, el post se ha acabado :)
En próximos episodios, el camping del pasado fin de semana, la rememoración de la segunda Liga de Campeones del Barça, supersize me y muchas cosas más. Ahora me voy a dormir, porque aun me duelen los riñones del maldito camping. Quien me mandaría... Pero eso es otra historia. Hasta pronto!

Saturday, June 10, 2006

Chicago


Llevaba dos dias pensando cómo explicar mi viaje a Chicago, y finalmente hoy he tenido unos instantes de inspiración mientras cenaba un riquísimo salmón a la parrilla con albahaca. No, evidentemente no lo he cocinado yo, ha sido la señora Michelina. O eso dice la caja, justo al lado de "microwave: 3 min".
Finalmente conseguí entregar el paper a tiempo el viernes por la tarde, después de que los resultados mejorasen milagrosamente el miercoles y consiguiésemos unas cuantas happy graphics para publicar en el artículo. Quedaron preciosas. Después de eso, y a pesar de quejarme por haber dormido poco esos días, me tenéis de nuevo a las 2 de la mañana escribiendo este estupendo post. Espero que vosotros, mis ávidos lectores, lo sepáis apreciar. Sí, vosotros tres.


Viernes 26 de mayo a las 8 de la tarde. Esa era la fecha de salida del avión de Pittsburgh hacia Chicago en la compañía Southwest, cuyo monísimo logotipo con un corazón rosa me hacía presagiar los peores augurios sobre la oleosa vida nocturna de Chicago. Y no andaba equivocado...

Después de despedirnos de David y Fernando hasta la saciedad en el aeropuerto (amigos que vuelven a sus lugares de origen después de 6 meses en Pitts) nos metimos en el avión. Los chicos de Southwest usan un algoritmo First Come First Served para repartir asientos (que en castellano se traduciría como "marica el último!"), así que... sin piedad en busca de un asiento, a codazos entre abuelas, niños llorones y homínidos cuyas tribus aún no han descubierto el desodorante. Una vez encajonados en los microasientos, el resto del viaje transcurrió sin novedad, con la única excepción de una señora que insistía en venderle su hija a Carlos por 3 camellas y un par de cabras. Creo que Carlos no estaba dispuesto a desprenderse de sus cabras, así que la cosa quedó en nada.

Después de una horita de metro llegamos a nuestro destino, la parada de Loyola en la línea roja, y finalmente al hotel. Perdón, no lo he dicho bien, me refiero al CHICAGO INTERNATIONAL HOSTEL. Un lugar así merece que se sepa su nombre completo y con letras mayúsculas.
Procedemos al check-in y nos topamos con una pareja de secretarias que darían mucho juego en un programa de Jose Luis Moreno. Una, gorda como una tapia; la otra, sorda como un tocino; y las dos juntas, con el cociente intelectual de una berenjena. Al cabo de casi una hora de lidiar con este particular dúo sacapuntas y volverlas locas con nuestras peticiones incomprensibles (una cama, POR FAVOR!), llegamos a nuestra habitación, tan cansados que íbamos a dormir como angelitos. Ilusos de nosotros...


El metro!!Supongo que por haber mantenido a la secretaria tanto rato sin comer con nuestras exigencias de alojamiento, se quiso vengar y nos dio la mejor habitación del lugar. Habitación con vistas A LA VÍA DEL METRO. Y que es lo peor de la vía del metro? Pues que pasa el metro, claro.
Total, que nos fuimos a dormir... y entonces lo oímos. Poco después, lo empezamos a sentir. Nunca hubiese pensado que un metro pudiese hacer tanto ruido! Quizás esta hecho a propósito para que la chusma se vaya a vivir a otros lugares y no molesten a los ciudadanos de pro. Aquella noche, ya que dormir, lo que se dice dormir, no pude, me dediqué a meditar sobre temas profundos... ¿Conocéis el efecto túnel de los electrones? Es un fenómeno de la mecánica cuántica que predice que un electrón puede atravesar una barrera de potencial y aparecer al otro lado de la misma, casi por arte de magia. Pues bien, mientras filosofaba llegué a la conclusión de que se trataba de un TREN CUÁNTICO que tenía la facultad de atravesar una barrera (de ladrillos) y cruzaba la habitación a toda velocidad entre las camas de Jose Mari y la mía. Eso, por lo menos, era lo que me parecía cada 13 minutos, cuando me traqueteaban hasta los testículos por el sonido infernal de ese invento demoníaco llamado METRO. Sólo llevaba 20 minutos allí y ya me estaba diciendo... "por qué no escogiste un hotel mas caro, TACAÑO?"

Mr LeatherEn fin, después de esta primera noche tan pintoresca, empezamos nuestra visita a Chicago. Para confirmar mis sospechas acerca de la orientación sexual de buena parte de sus ciudadanos, en el metro nos encontramos a un tipo llamado Ricardo. Muy amablemente, nos pidió que le llamasemos Bianca, que de noche le llamaban así. Me recordó a la escena de La Vida de Brian en que uno de los protagonistas dice "quiero que me llaméis Loreta, porque quiero ser mujer y tener hijos".
Para ilustrar más claramente el concepto al que me estoy refiriendo, obsérvese el personaje de la imagen de la izquierda. Seguro que es muy buena persona, muy agradable y simpático, pero yo no me quedaba a solas con él en un ascensor. Aunque viendo la frase de la camiseta, creo que debe de ser inofensivo; a mi entender, tiene pinta de representar el papel de muerde-almohadas en la pareja.

Gay Games VIIMe gustaría, de todas formas, destacar el esfuerzo encomiable que tiene la ciudad de Chicago para diseñar espectáculos del agrado de muchos de sus ciudadanos, como podéis ver en las imágenes. Estoy seguro de que sólo fue mala suerte, en realidad debe haber un montón de bares y discotecas no-arcoiris, lo que pasa es que no las vimos! Yo no tengo ningún problema en ir a un local de ambiente, siempre que haya por lo menos UNA mujer a la que tirarle los trastos. No es mucho pedir, creo yo! Pero nada, no hubo suerte... lo más parecido a una mujer que había en la última discoteca que visitamos era la susodicha Bianca. Y, sinceramente, no es mi tipo.

Bueno, creo que ya basta de críticas. Quiero resaltar que es una ciudad preciosa (a pesar de su metro 24h), con una arquitectura que vale la pena ver de cerca, con playas (el lago Michigan... igualito que el Manzanares, vamos) y con muchos espacios verdes en la costa. Os recomiendo encarecidamente el Millenium Park y el tour en barco al atardecer, donde una chiquilla muy mona y con voz de pato Donald os explicará la historia de Chicago. Ideal si entendéis algo, claro.


Otra cosa que recomiendo a todos los fans de baloncesto (yo el primero) es el United Center, estadio de los Bulls de Chicago, y muy especialmente la estatua de Michael Jordan. Estuve los tres días de excursión dando la brasa a todo el mundo para poder ir a ver esa estatua, y me costó bastante conseguir mi propósito. Una vez elegido el destacamento de fuerzas especiales para la operación Estadio Infinito, nos metimos en el metro (una vez más) y fuimos hacia allí. Ese barrio, por decirlo finamente, es CHUNGUÍSIMO, así que podría catalogar la misión como de Alto Riesgo. El caso es que, después de patrullar la zona en grupos de dos a paso ligero y con el culillo apretado, descubrimos una brecha en el sistema defensivo y nos introdujimos con nocturnidad y alevosía en el recinto. Encontrada la estatua, me hice por fin la ansiada foto y pude gozar en persona de aquello que tantas veces había visto en documentales. Me quedo con la frase escrita bajo la estatua: "Michael Jordan. The best there ever was. The best there ever will be". Cuánta razón.

El resto de la visita a Chicago es bastante más normal que lo que he explicado, así que ya os lo podéis imaginar. Ver edificios, monumentos, sacar fotos, parques, sacar fotos, tonterías, sacar más fotos, más tonterías, grabar vídeos de JoseMari confesando su amor eterno por Manuel, escuchar el metro un rato (oh cielos, una vez más), ducharnos con agua fría en el hostal (¿por qué no pagué un hotel más caro, PUTO TACAÑO?). En fin, todo lo normal que puede ser una excursión en la que, de 10 personas, 13 están mal de la cabeza.

Para ver las 200 fotos de la visita, apretad aquí. Hasta la próxima entrega!





Monday, June 05, 2006

En los USA


Mi primer post en este blog. Casi ni me lo creo. Cuando llegué a Pittsburgh tuve el firme propósito de escribir en algún lugar mis experiencias en Estados Unidos, porque seguro que tenía un montón de cosas que contar. Eso fue el 1 de octubre de 2005 ¬_¬'

La verdad es que sí tenia montones de cosas que explicar, pero ya se sabe, la pereza es más fácil, más rápida y más seductora. En fin, después de 8 meses meditando en mi lúgubre gruta, ya me toca escribir algo! Naturalmente, y como no podía ser de otra manera, he elegido el mejor momento para ponerme a escribir: a las dos de la madrugada de un martes, a tres días del deadline de un paper en el cual miento más que hablo (pero con unas gráficas preciosas), después de currar casi 13 horas, recibiendo unos 30 e-mails diarios de cosas por hacer y 30 más de la comunidad Patanegra, que si sigue así se va a tener que renombrar como Happy Flower Pastelmails Patanegra. Ah, y con unos vecinos insolidarios que protegen sus redes wifi para no dejarme conectar a Internet!

Bueno, después de la pequeña introducción, llegamos a lo que quería decir. Quería comentar que estos meses de vida en Pittsburgh me han quitado la facultad de sorprenderme. Es curioso, pero el otro dia ni siquiera le eché una segunda mirada a un chino con una bici fosforescente llena de LEDs que iban cambiando de color con la frecuencia del pedaleo. Se me paró al lado en un paso cebra, muy orgulloso con su bici, antes de lanzarse cuesta abajo a toda velocidad por la calle Forbes y casi matarse contra un autobús 28X que justo frenaba en la parada. A puntito a puntito estuvo.


Me parece normal pagar 3 dolares por un café que parece escurrido en un calcetín sudado, ir a un restaurante y ver hamburguesas de 1 libra (455 g) en el menú, tener que decidir entre la botella de leche de 32 onzas líquidas o la de 1 galón, e incluso me he acostumbrado a pasar por delante de cualquier café y ver que el 80% de los clientes son chicos/as solos/as que piden un té, se autoapretan un botoncito que pone "modo autista: ON" y se pasan 3 horas aporreando el portátil sin hablar con nadie. Es como la peli del dia de la marmota, pero estando en un episodio de los Simpson. Incluso he dejado de sorprenderme al ver que, al ir yo a cruzar la calle en cualquier punto (haya semaforo, paso cebra o nada de nada)... los coches... SE PARAN!!! es INDIGNANTE!! Dónde queda ese bocinazo raudo, con bajada de ventanilla y recuerdos a la familia incluidos?? También es cierto que hacer eso aquí conlleva peligro, no sea que el peatón saque una escopeta recortada y te vuele el culo. Aunque creo que eso sí me sorprendería.


Me gustaría explicar algo más, porque me dejo muchas cosas en el tintero. Me sabe mal, pero... Señores y señoras, un servidor se va a dormir, que ya es tarde y la dicha no es suficientemente buena. En próximos episodios (espero publicarlos antes de febrero 2007) os comentaré algunas cositas sobre la moda supersize me, sobre mi jefe, sobre la banda de frikis que tengo por amigos (y a mucha honra, yo el primero) y sobre los diversos viajes realizados por estos terruños, con una especial mención al reciente viaje a Chicago, a su hotel y muy especialmente AL PUTO METRO que pasaba a unos 3 NANOMETROS de la ventana. Ah, por si no lo sabíais, en Chicago el metro funciona 24H, pasa aproximadamente cada 13 minutos, con una puntualidad envidiable y un ruido similar al de un boeing 747 cuando toma tierra sin abrir el tren de aterrizaje. Yo tampoco lo sabía.