Sunday, June 03, 2007

Vamos de boda

Ya sé que hace muchísimo tiempo que no actualizo este blog, casi tres meses... aunque debo argumentar en mi defensa que tenía un motivo para esta falta de noticias: la pereza, una terrible pereza. Sin embargo, y como era previsible, ha llegado el punto en que el aburrimiento ha vencido a la pereza y me he concentrado para escribir. Imaginaos si estaba aburrido que se me ha llegado a pasar por la cabeza PLANCHAR la ropa después de lavarla! Algo inaudito. No, no os preocupéis, he recuperado la cordura antes de llevar a cabo tan deleznable acto.

El tema central del artículo de hoy es una boda a la que me vi obligado a asistir. Para los que seáis de Pittsburgh, no me refiero a la boda de Jose y Esther (que se casaron ayer, felicidades!) sino a otra en la que fui de acompañante, hombre objeto y florero. Resulta que una amiga mía me preguntó hace tiempo si la acompañaría a la boda de una gran amiga suya, a la que yo no conozco de nada. Yo, con la sutileza que me caracteriza, contesté algo parecido a: NO, NEVER. El problema es ese juego psicológico que tan buenos resultados proporciona al género femenino, ese "No pasa nada si no vienes, pero es que me haría TAAAAAAAANTA ilusión que vinieras" y también ese típico "¿No lo harías por mí?". NO, no lo haría, me daban ganas de contestar. Pero después pasa lo que pasa, la carne es débil... especialmente mi oído interno, extremadamente sensible a repeticiones periódicas de frases tontas, de manera que acabé claudicando y aceptando el compromiso.

De todas maneras, no estaba dispuesto a darme por vencido tan pronto. Intenté organizar un viaje a Boston ese mismo fin de semana, pero no encontré el apoyo esperado. La opción de ponerme enfermo repentinamente iba a ser demasiado evidente, así que opté por poner una excusa que yo consideraba buenísima: No tengo ningún traje en EEUU. Claro que mi hermano Nacho se ofreció a traerme uno, el maldito! Intentó chafarme la excusa! Pero no quería yo el traje... y eso tampoco sirvió, e incluso fue peor. Mi amiga contraatacó diciendo que había llamado a la novia y que "me ha dicho que será una boda muy informal, no te preocupes, no todo el mundo irá con traje". Cierto, no todo el mundo iba con traje... había TRES personas que no lo llevaban: el cura y los 2 monaguillos. Los monaguillos con sus túnicas blancas angelicales; el cura con su sotana, ligueros, medias de seda y tacones de aguja (como es costumbre en los curas); y yo, con un pantalón marrón y una camisa de cuadros.

Claro, además esa es la otra gracia de esa boda. Conociendo mi alergia a iglesias y religiones, mi amiga nunca mencionó el detalle de que era una boda religiosa. Cristiana. Curiosamente, no católica, sino protestante. Pero igualmente con cura, monaguillos y un montón de borregos. Tampoco me importó demasiado, porque con el tiempo he adquirido una envidiable capacidad para desconectar: en el tiempo que duró la ceremonia, me dio tiempo a hacer mentalmente la lista de la compra y la planificación de la próxima temporada de mi equipo de fútbol on-line.

Una vez acabado "el servicio", tocaba ir a la cena de celebración posterior. La hora de inicio, muy adecuada: a las 5 de la tarde estábamos sentados a la mesa. A las 5:15 el cura se hizo con el micrófono y se encargó de bendecir la mesa. Todo el mundo mirando a su plato con cara de concentración, yo mirando a todo el mundo con cara de alucinado y el cura mirándome a mí con cara de pocos amigos. La verdad es que el discursito me recordó un poco a la viñeta de Garfield que se ve abajo.


De todas maneras, lo más increíble de la noche aún estaba por llegar. El primer plato llevaba por título "Wedding Soup". Después de que una compañera de mesa me preguntase, alucinada, "Ah, pero en España... ¡¡¿¿no coméis 'wedding soup' en las bodas??!! Y entonces... ¿qué coméis?". Pues no se lo que comemos, depende de lo que se estiren los novios (o los padres de los novios), pero desde luego no comemos WEDDING SOUP. Especialmente cuando la dichosa wedding soup tiene la pinta que veis en la imagen de la izquierda. Y después de la sopa... la puntilla, tocaba el segundo plato: un magnífico buffet libre donde podías ponerte tanto puré de patatas como quisieses, pescado rebozado o el tradicional roast beef. No puedo decir que estuviese malo, porque mentiría. Pero a la hora de la merienda no es lo que más me apetecía.

Finalmente, a la hora de servir el pastel, a los camareros se les olvidó pasar por nuestra mesa (o eso, o ya no quedaba pastel... que había alguna por ahí que tenía los dientes redondos), así que me quedé sin saber si estaba bueno o no. Lástima, porque tenía buena pinta.


2 comments:

rcn said...

Saludos! Yo supestamente voy a CMU con F(t) este verano y tengo una duda:

Supongamos que algún día quiero planchar mi ropa... ¿eso se puede hacer en la lavandería? ¿O aparte de comprarme una cama (¡!) también tendría que comprarme una plancha?

Lo de la boda es toda una experiencia :D

Anonymous said...

no has contado nada de la bebida ni del baile...